Desde que Reino Unido decidió abandonar la UE, Francia busca derrotar la hegemonía y el uso generalizado del inglés. Pese a las repetidas negativas del resto de socios, el gabinete de Macron está listo para la ofensiva.
Entre enero y junio de 2022 Francia preside el Consejo de la Unión Europea por turno. Sus diplomáticos quieren que las reuniones se lleven a cabo, de principio a fin, en francés (con traducciones disponibles), la documentación que se genere debe estar de forma preferente en este idioma, y en caso de que se elabore algún documento únicamente en inglés, se devolverá con un “le français est nécessaire” como respuesta. Sus funcionarios ya venían hablando en su idioma en estas y otras muchas reuniones de la UE, por ejemplo, en las del COREPER, pero ahora será una política más sistemática y expansiva. El inglés seguirá siendo la lengua oficial de la UE para 2021, tal y como ratificó la Comisión Europea nuevamente en diciembre de 2020. Lo de Francia se queda, de momento, en una apuesta por ampliar su ámbito de influencia.
En paralelo, el país vecino está dedicando «medios presupuestarios y educativos extraordinarios» para aumentar el número de funcionarios de la UE que aprenden la lengua francesa, sobre todo a través de la “Alliance Française Bruxelles-Europe”, la principal escuela de francés en Bruselas. Todo ello se suma a otros proyectos de la “francophonie” previos y recientes.
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